Los dientes sanos son duros como piedras… bueno, no literalmente, pero su capa protectora, el esmalte, es una de las sustancias más resistentes del organismo y protege contra la sensibilidad. Su función consiste en proteger el interior de los dientes que albergan los nervios y los vasos sanguíneos. Cuando la capa de esmalte se hace más fina, las zonas de debajo quedan expuestas, se vuelven más sensibles y el contacto con el frío y el calor se hace mucho más molesto.
Muchas personas sufren sensibilidad dental.
La sensibilidad dental es un problema muy común; de hecho, se calcula que la mitad de la población la padece. La mayoría de la gente nota la sensibilidad dental cuando comen o beben algo caliente, pero en los casos más graves, hasta las corrientes de aire causan dolor. No hay que preocuparse, la sensibilidad dental no significa necesariamente tener que someterse a un tratamiento incómodo o complejo, pero puede ser un toque de atención para que cuides mejor tu higiene bucodental.
¿Cuáles son las causas de la sensibilidad?
Estas son algunas de las causas de la sensibilidad dental: – El desgaste del esmalte causado por los ácidos que contienen muchos alimentos y bebidas. – Alimentos con alto contenido en azúcar favorecen la proliferación de las bacterias, lo cual puede provocar recesión gingival y dejar zonas sensibles expuestas. – Un cepillado demasiado brusco.
Algunos trucos para proteger los dientes de la sensibilidad:
– Cepíllate suavemente al menos tres veces al día. – Es posible que tu dentista te recomiende una pasta especial para dientes sensibles. – Limpia el espacio interdental al menos una vez al día con hilo dental o cepillos interdentales.
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